MIRANDO AL FUTURO

250 AÑOS DE BASCONGADA. VOLVER AL ORIGEN

JOSÉ LUIS LARREA
Amigo de Número de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País

El 250 aniversario de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País pone de manifiesto la actualidad permanente de los retos a los que se enfrenta la sociedad vasca. Es cierto que el paso del tiempo hace que la manifestación de las cosas pueda tener un perfil diferente, pero los grandes retos de cualquier sociedad, y también de la nuestra, permanecen a lo largo del tiempo.

Cuando la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País nace y comienza un itinerario de años al servicio de nuestra sociedad, los retos con los que se enfrentaba tenían bastante que ver con los actuales. No soy yo la persona más adecuada para hacer un análisis histórico, pues otros lo harán mejor, pero sí me interesa destacar que la magnitud del reto con el que se enfrentó tenía mucho paralelismo con los desafíos que tenemos hoy ante nosotros.

Podríamos pensar que la innovación es algo nuevo y, sin duda lo es, pero al mismo tiempo reconoceremos que es algo constante a lo largo de la historia. Y por eso sigue la Bascongada, más actual que nunca, con un compromiso permanente por el País, activando compromisos, renaciendo cada día, gestionando el necesario relevo generacional, revisitando su glorioso pasado para construir el futuro. Porque de futuro es de lo que nos interesa hablar, de cómo podemos contribuir a desarrollar un debate social que aborde los graves problemas con los que nos enfrentamos. Volver al origen de la razón de ser de la Bascongada, volver a ser un agente de innovación de referencia al servicio del progreso económico y social.

Decía Antoni Gaudí que la originalidad consiste en volver al origen. Esta aparente contradicción parece conducir a discursos arcaicos cuando lo que nos interesa es el futuro, pero nada más lejos de la realidad. La innovación no es un proceso en el vacío, sin referencias, ex-novo. Al revés, consiste en revisitar los orígenes de las cosas, pero haciéndolo desde una perspectiva más rica, con la experiencia acumulada, con las herramientas de las nuevas tecnologías, con el conocimiento que hemos ido construyendo; en pocas palabras: con una nueva mirada. Y la nueva mirada sobre los problemas de siempre es la que nos debe permitir innovar.

Desgraciadamente la trampa de la superficialidad, a la que el desarrollo tecnológico no es ajeno, no facilita, ni mucho menos, una mirada reposada, seria, trabajada, sobre las cosas. Hay ruido, demasiado ruido, mucha brocha gorda y poco cuidado por los matices. Hay también una crisis de valores y de respeto hacia el conocimiento y el trabajo bien hecho, callado y con perspectiva de futuro. Se lleva más la salsa rosa, el comentario jocoso y desabrido, el llamar la atención como sea. Los estúpidos campan a sus anchas y la gente sensata y equilibrada está demasiado callada, como escondida.

Decimos que estamos en un momento en el que debemos repensar valores, modelos y formas de organizarnos como sociedad , pero no somos capaces de ponernos de acuerdo en casi nada. Y el tiempo va pasando. Un tiempo que no vuelve y que añade tensión y verdadera urgencia social a los problemas con los que nos enfrentamos. Mientras tanto, el mundo sigue, los mercados se abren y las sociedades avanzan. No se trata de ser pesimistas, se trata de asumir la magnitud del desafío que tenemos en todos los órdenes y poner los medios para afrontarlos con éxito. Lo hemos hecho en el pasado, lo ha hecho la Bascongada durante 250 años. Volver al origen.

Necesitamos volver al origen para resolver los problemas de nuestra sociedad y hacerlo con las garantías que nos dan todo lo que hemos sido capaces de progresar en estos años. Volver al origen para innovar. Una innovación que impregne las estrategias de desarrollo económico y social. Una innovación útil, práctica, que nos ayude a avanzar, que nos lleve de los discursos a los hechos. Esa innovación tiene que ver mucho con los valores del respeto, el reconocimiento del otro, la perseverancia en el esfuerzo y la capacidad de asumir riesgos. Un poco lo de siempre. O mejor, es lo de siempre, lo que está en los orígenes de nuestro desarrollo como sociedad. Tenemos que volver a poner en valor los valores. Y hacerlo con toda naturalidad. No son algo arcaico, son más actuales que nunca.

Nuestro reto actual para ganar el desafío de la innovación no está tanto en la tecnología, como en el conocimiento, y sobre todo está en la cooperación. Vivimos una profunda crisis de la práctica de la cooperación, y sin ella no hay nada que hacer. Necesitamos cooperar unos con otros, dialogar de verdad buscando espacios comunes, dejar en la gatera los pelos que haya que dejar para sumar entre todos,... Pero no lo hacemos, y el tiempo corre. El tiempo no se para, sigue adelante, y te deja sin argumentos. Te enfrenta a tu verdad, a lo que eres.

Volver al origen, a los fundamentos de las cosas, a lo que nos ha hecho grandes, sí, por qué no decirlo, grandes para enfrentar problemas y progresar. Este es el debate que interesa también a la Bascongada. El debate del futuro. La mirada ilustrada a los problemas de siempre, pero con las armas de la experiencia y el saber acumulado. Conocimiento al servicio de la sociedad, pero sobre todo trabajo, valores de esfuerzo y sacrificio, práctica permanente de la cooperación, del respeto a la diversidad, de apuesta por un liderazgo compartido en el que todos tienen que aportar, de cuidar los detalles y respetar la inteligencia, de dar valor a la reflexión y al silencio, de callar cuando no se tienen nada que decir,...

Son tiempos de innovación. Una innovación sobrevenida, que se nos impone por los que han hecho ya las tareas. Necesitamos tomar las riendas de la innovación, anticiparla, construir nuestro propio destino, olvidar la fácil excusa de que todo nos viene impuesto de fuera, porque no es verdad. Lo que vayamos a ser depende, sobre todo, de nosotros mismos, de todos y cada uno de nosotros.

En este escenario, 250 años después, la Bascongada vuelve al origen con más ilusión que nunca para volver a innovar, a hacer que las cosas pasen, a arrimar el hombro para entre todos volver a dar un salto hacia adelante en nuestro progreso económico y social. Mas joven que nunca, más renovada que nunca, con toda la ilusión por hacer, hacer por el País.

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